Levent, mi amigo turco, parece relajado y tranquilo. Yo estoy de los nervios... quiero a Jimena ya... pero ya!!!!
La tramitación súper fácil, tan solo rellenar unos papeles y pasar de ventanilla en ventanilla. Unos $50 en total entre papeles, fotocopias, copias de copias y demás tonterías.
Pronto aparecería un montacargas con las dos motos... por fin vemos las cajas y aparentan estar en perfecto estado. La verdad que más vale que estén en buen estado porque costaron unos 3000 dólares cada una enviarlas a Los Angeles desde South Korea y fabricar las cajas (cracking).
Cajas en el suelo, martillo en mano, es hora de desembalar. Ya sabía yo que estaríamos solos para esta maniobra, así que pedí que las colocaran en un lugar donde pudiéramos trabajar sin molestar a nadie.
Sin prisas pero sin pausa, como si lo hubiera hecho toda la vida, desmonté la caja y descubrí a Jimena en menos de 10 minutos. Alli estaba, preciosa, recién lavada, sin ni un solo arañazo y lista para recorrer el tercer continente.
Levent más lento le tuve que echar una mano quitando panel tras panel hasta destapar a su Belinda.
Ahora tocaba poner las ruedas delanteras y para eso es necesario levanar los 220kg que pesa cada moto.
Voluntarios? jeje, ni por asomo. Me fui a buscar a los empleados de la aduanas, los que andan cargando bustos de un lado para otro, esos que están bien fuertes... Les pedí que nos echaran una mano y nos contestaron que no podrían porque el seguro no les cubriría si se accidentan levantando las motos... Es una manera educada de decir que no tienen ganas de ayudarnos.
Tanto insistí que al final conseguí que algunos, incluido el de la disculpa del seguro, nos ayudaran.
Motos sobre caballete central y lo demás cocer y planchar...
En unos 20 minutos más Jimena ronroneaba en territorio americano.
El embalaje había sido perfecto, muy bien protegida, todas las maletas plastificadas, la moto además de bien sujeta también estaba plastificada. Ni un solo problema
Una media hora tardé en tenerla lista, desde luego sudé la gota gorda porque no paré, pero el trabajo mereció la pena. Luego a ayudar a Levent que está menos práctico y "más mayor"... y pronto también la teníamos lista.
Recogiendo toda la basura que habíamos dejado, apareció uno de aduanas conduciendo una moto "R". Se acercó a nosotros y estuvo un rato hablando. Me di cuenta como miraba a Jimena y me preguntaba muchas cosas sobre su conducción y comodidad. Le ofrecí la moto para que la probara y no quiso. Insistí hasta que se dio una vuelta. Le encantó sobre todo por su suavidad y facilidad para conducir. Después de todo esto, nos intercambiamos tarjetas y resultó ser el jefe de aduanas. Un nuevo amigo que seguro volveré a encontrar algún día...
Listos para recomenzar la aventura. Esta vez Levent se apuntó al viaje aunque no lo tenía previsto. Se ilusionó con subir en moto a Alaska conmigo, así que no iré solo.
Sólo queda esperar a mañana y comenzar a rodar... uffff cuanto desespero!