Paisajes espectaculares, bosques, lagos, montañas nevadas y un sol espectacular. En mi cabeza el pensamiento siempre sobre si habré tomado la decisión correcta...
Jimena no rueda.. vuela. El tráfico es mínimo y muchos tramos estoy totalmente solo.
De pronto en el lateral izquierdo veo tres hembras de caribú. Los primeros animales que encuentro.
Al ir a tanta velocidad me es imposible detenerme, así que paro más adelante, coloco la cámara y vuelvo hacia atrás. Me regalaron unos segundos maravillosos antes de que huyeran entre los árboles.
Unas buenas fotos son el fiel testimonio de nuestro encuentro.
Continúa la ruta, hoy por delante unos 500km nada complicados. El asfalto perfecto y sobre todo mucho menos tráfico.
Jimena marca entre 140 y 150km/h. No sé por qué tengo tanta prisa pero igualmente no puedo ir más despacio.
Ni por un instante pude imaginar jamás el acontecimiento que me iba a suceder....
Corrían los kilómetros y la temperatura perfecta. Los márgenes de la carretera tienen unos 10 metros a ambos lados para evitar que los animales salten a la carretera sin ser vistos. De pronto en el lateral izquierdo veo un bulto negro y redondo del tamaño de mi casco. Un bulto negro dentro de tanto verde??? Esto es muy extraño, pensé.
Igualmente por la velocidad no pude detenerme, así que frené un poco más adelante, activé el vídeo de la cámara y me di la vuelta para comenzar a rodar hacia ese bulto negro.
El bulto negro se movió... entonces "está vivo"!!! Lo volví a sobrepasar y me di cuenta que era un precioso osezno negro. Pero que hace aquí tan solo???
Di la vuelta y rodé despacito paralelo a él. El osezno corrió hacia un segundo bulto negro y luego hacia un tercer... eran TRES oseznos preciosos!!! Las imágenes espectaculares pero sin duda las mejores en mi retina.... Pero que hacen aquí todos estos oseznos tan solos????
La historia acaba de comenzar... de pronto un ruido extraño y apareció "mamá osa". No de muy gran tamaño, pero sin duda marcando territorio y distancias conmigo. Los oseznos a su lado y los cuatro comenzaron a andar paralelos a la carretera. Yo no perdía detalle, los tenía a unos 7 metros de mí. Ni se me ocurrió apagar el motor de Jimena, y siempre con la primera velocidad engranada. No tengo idea cuánto corre un oso ni la aceleración que tiene, pero sin duda la distancia entre nosotros era muy pequeña y no vale la pena tomar riesgos.
La mamá andaba delante despacio, los ositos detrás y yo parado paralelo a su trayectoria. Me doy cuenta que la mama comienza a cruzarse hacia la carretera para cortarme la vía de escape, así que muevo la moto a la misma altura que la osa. Ella vuelve a caminar paralelamente a la carretera pero ya me había quitado algún metro de distancia. Por segunda vez, se mueve transversal a la carretera insistiendo en cortar mi salida, vuelvo a mover la moto a la misma altura de ella con el mismo resultado, ella sigue avanzando con sus cachorros detrás. Este movimiento lo realiza una tercera vez, y ahí al mover yo la moto se sienta con los osos alrededor. No me quita ojo y su nariz no para de olfatearme. No se fía ni un pelo, pero ese sentimiento es mutuo.
Tras varios minutos en esta situación, me doy cuenta que los cachorros comienzan a jugar entre ellos sin separarse de la madre. La tensión ha bajado un punto, pero creo que ha llegado el momento de continuar el camino. Lástima que no llegó ningún coche en esos momentos por allí, ya que me hubiera bajado de la moto y hubiera tomado unas fotos espectaculares de los osos y Jimena.
La carretera continuaba y yo no paraba de sonreír recordando a la familia de osos que había tropezado.
Por hoy me doy más que satisfecho con los avistamientos de animales en la ruta.
Cientos de fotos, vídeos y paradas conformaron el resto de la travesía hasta Prince George.
Llegué a esa ciudad sobre las 5pm. Di un paseo con Jimena recorriendo aquellas calles. Prince George es una ciudad triste y con gente extraña. Calles con la configuración cuadrangular, muy fácil para orientarse. Con unos 70.00 habitantes era lo suficientemente grande. Ya me habían advertido que incluso es peligrosa para dejar la moto por la noche. Muchos indigentes deambulando por las calles. Hace frío, unos 8 grados. Me duele un poco la garganta y tengo miedo de agriparme. Mejor será buscar hotel.
Lo que parecía lo más fácil se convirtió en lo más difícil. Entre los muchos hoteles que hay en la ciudad, los baratos estaban llenos y en los que habían habitación me pidieron hasta $240.
Por suerte y tras una hora de búsqueda encontré un hotelito de carretera que me dio una habitación en planta baja para tener la moto estacionada frente a la puerta.
Y si las anécdotas del viaje eran pocas, aún quedaba la última del día...
Cuando ya tenía todo organizado en la habitación y listo para irme a la cama, escuché un ruido muy fuerte, como de un motor de camión. Salí fuera de la habitación y me encontré a una Harley con un tipo encima. De unos 65 años, totalmente canento y con una coleta de 50cm colgando en su espalda. Pañoleta en la cara para el frío, barba desarreglada también totalmente blanca, casco "medio-huevo", ropa de cuero mal apañada. Maletas y bultos mal atados por todas partes y cara de pocos amigos.
Los "harlistas" por lo general no son los mejores moteros que puedas encontrar. Son muy orgullosos y difíciles de hacer amigos. En la carretera rara vez saludan y se creen los únicos con derecho a circular por las carreteras americanas. Siempre andan en grupos y pocas veces se relacionan con otras personas alrededor.
Volviendo a nuestra historia en el hotel con el motorista recién llegado, me miró y me dijo muy serio y con voz grave: "ey man, is that bike yours?"
Yo no sabía ni que responderle...
Me preguntó a dónde me dirigía y me dijó que después de deshacer el equipaje de la moto hablaría conmigo sobre la ruta a seguir.
Yo no me fiaba ni un pelo ni comprendía por qué tanto interés por explicarme una ruta que ya yo conocía. Pero tampoco tenía nada que perder.
Un rato más tarde nos juntamos en su habitación, sacó su móvil para mostrarme el mapa y la ruta que va a hacer. Curiosamente él también va hacia Anchorage en Alaska, es original de alli y va de regreso, pero quiere ir por una ruta nueva que ni conoce.
Larry es su nombre.
Después de tratarlo un rato me di cuenta que es buena gente y que no es tan fiero el león como lo pintan.
Me planteó ir con él, pero prefiero ir sólo. Es mi viaje y a mi manera.
Así pues nos citamos en White Horse a las 7pm, una ciudad que está a dos días de camino.
Sinceramente no creo que nos volvamos a encontrar, pero conocer a Larry ha sido una buena anécdota.
Hora de dormir... mañana toca una ruta de 1000 km hasta Fort Nelson. Un mensaje a Brooks mi amigo de Kaloops diciéndole que llegué bien y a la cama.
Hasta mañana Charlie.